I do not own Rorouni Kenshin, bla, bla, bla...
Note: Be warned. It will include violence, some use of profane language, and will include some extent of explicit sexual contend . So keep on reading at your own risk.
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Kamui- Sama. Muchas
gracias por tus aportes. Así da gusto
seguir escribiendo, porque bueno, una tiene su corazoncito, y espera
comentarios…jejejeje.
Bueno, en principio
esta primera parte (es posible que sea un trilogía) es una “re-escritura” de
los eventos de Tokio y el Jinchuu, desde el punto de vista de lo sobrenatural.
Esta primera parte se rige bastante pero no literalmente en los eventos descriptos en el manga. En la
segunda, que es post- Jinchuu, las cosas van a cambiar radicalmente.
En realidad, en esta
primera parte queda al descubierto que nada de lo que les ha ido pasando en la
vida a los protagonistas es casual (incluidos Kenshin, Tomoe, Enishi y algunos
otros), sino que forma parte de un esquema mayor. Pero eso ya va para la segunda parte...Y ahí es donde tendrán que
resolverlo. Esto ya es BASTANTE adelanto sobre lo que vendrá...
Ah...soy mala...Estoy
“reteniendo” un poco los capítulos, a ver si hay un poco más de interés. En
realidad tengo este y otro más ya listos, y un tercero por la mitad... Si Dios
quiere, mañana subo uno más.
En cuanto a la
mitología...Bueno, tengo estudios de historia, sociología y religiones
comparadas...Aquí les doy una utilidad distinta a la habitual...
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Ambos hombres hablaban en voz apenas audible, en un corto pasillo, fuera de una habitación
- Es simplemente inexplicable. La cantidad de veneno que había en los bordes de las heridas indican que la daga estaba preparada para que ningún humano normal hubiera sobrevivido más que unos pocos minutos. Y la muerte hubiera sido espantosa, entre convulsiones y asfixia. Un simple roce de la hoja hubiera bastado par terminar con Ud. señor Yukishiro, a pesar de su excelente condición física. No entiendo como una mujer, pequeña y joven como la que me trajo puede seguir viva después de tomar contacto tan profundo con la toxina. Además de el tiempo que le llevó traérmela...Debería haber muerto diez veces en el trayecto...
- ¿Entonces morirá?
- No, es muy poco probable. La toxina de desparramó ampliamente por su sistema, pero aún así resistió lo peor. Sin duda sobrevivirá, aunque aún no me explico como soportó los primeros tres días. No hay manera de que la ciencia pueda explicarlo. Por supuesto, estará muy débil por varios meses y requerirá atención profesional continua, incluyendo a una enfermera las veinticuatro horas. Tampoco garantizo en que estado quedará. Posiblemente pierda algunas funciones motrices, porque el veneno ataca directamente el sistema nervioso y los pulmones, por lo cual, seguramente será muy sensible a las neumonías y a la consunción.
Enishi había conseguido llegar hacia uno de sus puestos de comando en la ciudad.
Lo primero que había hecho era conseguir al mejor médico de Shanghai, un alemán muy eficiente, que no hacía preguntas. Luego de asegurarse que Asiyah estuviera atendida y protegida por sus hombres, fue en busca de los traidores. Dio cuenta de ellos con la usual rapidez y la ferocidad despiadada con las que los cazó no dejaba dudas de lo que le sucedería en el futuro a todo aquel que tuviera la mala idea de cruzarse en su camino. Solo Wu se había escapado, con unos pocos hombres de su entera confianza. Pero solo era cuestión de tiempo. No podrían salir de Shanghai, mucho menos de China.
La ira bullía en él al escuchar las palabras del médico. Asiyah se convertiría en el mejor de los casos en una inválida por salvarlo de aquella rata.
Aún dándole la mejor de las atenciones (y el se aseguraría de que la tuviera) una inválida no dejaba de serlo. Simplemente no era justo que alguien tan joven tuviera que sufrir de esa manera.
La imagen de su hermana se presentó en su mente, sabiendo que ella también había sufrido injustamente. Lo que duplicó su rabia.
Si Wu Heishin sabía lo que le convenía, ya se habría suicidado. Porque en el momento en que cayera en sus manos...
- Doctor...esta despierta...y pide hablar con el señor Yukishiro
- Bien...Debo decir que no esperaba que lo hiciera tan pronto, pero ya nada me extraña con respecto a esa jovencita...
- ¿Puedo...?
- Preferiría examinarla a solas primero...pero, dadas las circunstancias...Ahora, si le indico que se retire, debe asegurarme que lo hará inmediatamente...Tal vez lo que vea no se agradable...
- Créame doctor, estoy acostumbrado a ver cosas que lo harían desmayarse.
- Entonces, sígame.
Ambos hombres se paralizaron al entrar a la habitación, aunque Enishi empezó a esbozar una sonrisa maliciosa casi al instante de verla.
Ella estaba sentada en medio de la cama, exigiéndole vigorosamente a la enfermera un espejo y un peine para poner en orden sus desmelenados cabellos.
- Es...imposible...- el médico la miraba con la mandíbula casi colgándole
- Ah...creo que ella encontró algo más para sorprenderlo doctor...
- Ah...¡Ahí estás! ¿Podrías hacer que estas mujeres me dejaran en paz?...No quieren permitir que me levante...Además, se niegan a alcanzarme ropa decente y un cepillo o un peine.
- ¿Intentó levantarse?- preguntó el médico con incredulidad a las enfermeras
- No lo intentó...lo hizo. Dos veces. Debimos llevarla de vuelta a la cama por la fuerza.
- Bastante bien para una inválida...
Enishi intentaba con todas sus fuerzas evitar reírse. Un situación que minutos atrás garantizaba un futuro oscuro y desagradable, ahora se había convertido en una situación digna de una comedia, con el reputado médico absolutamente desconcertado, las enfermeras en una situación similar y una supuesta futura inválida trayendo de cabeza a todos los presentes.
- Creo doctor, que debería dejarnos a solas.- dijo finalmente, poniéndose serio
- Quisiera evaluarla primero...
- Creo que es obvio que está en perfectas condiciones Podrá hacerlo antes de que nos vayamos.
- Pero...
- Doctor...quisiera hablar un segundo con Ud.- Enishi lo llevó a un rincón de la habitación y le habló en un susurro imperceptible para los demás- Lo que pasó aquí en realidad no sucedió nunca. Ud. nunca vio a Asiyah, ella jamás estuvo herida, ni mucho menos envenenada. Adviértale a las enfermeras al respecto. Si colaboran, le garantizo que tendrá pacientes como nunca antes... Pero si algo de lo que aquí ocurrió se llegara a conocer...los accidentes son frecuentes en estos días...Ud. entiende, ¿verdad?
- Co-comprendo. Seremos discretos.
- Bien, ahora, déjenos a solas.
El médico entendió que no podía discutir con aquel hombre tenebroso. Y lo obedeció sin pensarlo dos veces.
Enishi se apoyó contra la pared, enfrente de Asiyah, con los brazos cruzados al pecho, mirándola fijamente por encima de sus gafas.
- Supongo que debo empezar a explicar...Ah...¿por qué no buscas algo en que sentarte?...esto no solo va a llevar tiempo, también va a hacer que necesites estar firme sobre algo...- ella lo miró intensamente- Enishi...ah...¿Crees en algo...superior...?
- ¿Dios? No lo sé...tal vez..pero definitivamente, no el Dios que comúnmente la gente imagina...- imágenes de guerra, destrucción, sangre, niños muertos de hambre se le presentaron. Imágenes que había visto con sus propios ojos.
- Bien es un principio...¿ Y en... cosas...digamos...sobrenaturales? Espíritus, fantasmas, demonios, hechiceros...tu sabes esas cosas...
- ¿Qué tiene que ver todo esto con...?
- Créeme, tiene que ver. ¿Crees o no?
- Mmmm ...he visto...cosas...
- Entonces crees...
- Tal vez.
- Bueno, eso facilitará las cosas...un poco...
Asiyah empezó a explicarle la existencia de los diversos reinos, los seres que en ellos habitaban, sus naturalezas y capacidades...
- Asiyah, ¿por qué estamos hablando de estas historias para niños?
- Ya va, ya va...¿Recuerdas los Yinn de los que te acabo de hablar?
El asintió, dando vuelta los ojos, en un gesto de exasperación. Estaba al borde de perder la paciencia. Y eso, definitivamente no era bueno.
- Yo...soy una Yinn...
- ¿ Es una broma? ¿O el veneno te afectó la mente?
- Dime...realmente te parece broma haber salido del medio del desierto del que no se regresa, solo ayudado por una mujer, que apreció de la nada, que además se desvaneció de tu edificio, teniendo guardias en la puerta, que además te dejó una bolsa de finas perlas como nunca viste antes, entrando a una igualmente custodiada habitación donde dormías? Y además, ¿cómo explicas que todas tus heridas no solo sanaran, sino que literalmente desaparecieran, incluso las de espada, sin dejar cicatrices? Sin mencionar que no pudiste hallarme, simplemente porque no deseaba ser hallada ¿Realmente te parece broma que haya aparecido en el medio de la noche en tu cuarto, estando previamente a una hora de viaje del lugar, para salvarte de un ataque? ¿Te parece broma que un veneno mortal solo me haya dormido por unos días? ¿Te parece broma que haya quemado viva a una mujer con fuego salido de mis manos?
El se quedó en silencio, tomado por sorpresa, considerando las posibilidades. Pero antes de que pudiera seguir analizándolas, ella interrumpió su tren de pensamientos.
- Ah...tengo mucho, mucho apetito...¿que te gustaría? Ah, seguramente té verde solo...Yo prefiero algo dulce...Tal vez algunos chocolates suizos...¿Probaste alguna vez el chocolate suizo?
Delante de Enishi apareció una mesa servida, con un enorme samovar cargado de humeante té, y diversas confituras. Por supuesto, todo tipo de chocolates estaban esparcidos en las bandejas.
Había pocas cosas que pudieran tomar a Enishi con la guardia baja. Lo que acababa de presenciar era definitivamente una de ellas. Su primer impulso fue saltar de la silla y alejarse lo mas posible de aquella mujer, pero considerando que había salvado dos veces su vida, era claro que no intentaría atacarlo.
- ¿Cómo...como hiciste eso?
- Ah...no es nada...simple manejo de la energía...La energía nunca se destruye. Sólo se transforma... Y esa es nuestra especialidad. No la única, por supuesto, pero es en la que se basan tantas leyendas sobre nosotros...Esos cuentos de “Te concedo tres deseos...” Tu sabes...el típico genio de la botella...¿Ves?- hizo aparecer un anillo con un enorme rubí de la nada, y se lo arrojó
- No recuerdo haber destapado ninguna botella de la cual salieras...- el estudiaba el anillo cuidadosamente. Ahora sabía de donde salían las piedras de tan fantástica calidad y las joyas que constituían su negocio.
- No lo hiciste...En general son leyendas. Pocos seres humanos tienen la posibilidad de gobernar a un genio o sellarlo en alguna prisión, es decir el equivalente de la botella de la leyenda. En general, somos nosotros los que jugamos con los humanos y armamos líos en sus vidas...Por eso tratan de evitarnos...
- ¿Viniste a ...?... Tú sabes....
- No, en realidad tú armaste lío en la mía...aunque en realidad la culpa no sea tuya sino mía...
- ¿Qué yo qué?
- Para salvarte en el desierto desobedecí al Consejo de Venerables...Y fui condenada a pasar el resto de mi vida entre humanos. Sin posibilidad de regresar. En otras palabras soy una paria desterrada. Por eso traté de evitarte al principio. Me recordabas lo que perdí...Es...doloroso. Los humanos son tan...diferentes... Pero no te sientas mal. Fue mi decisión y yo sabía en lo que me metía si me descubrían. Corrí el riesgo...Y aquí estoy...
Decir que estaba en shock no alcanzaba a explicar todo lo que sucedía en su interior. Si alguien le estuviera contando una experiencia similar, habría aliviado la carga de su demencia acabando con él. Pero no podía negar lo que había visto...ni las cosas extrañas que había vivido en relación con Asiyah.
- Recuerdo fragmentos de un lugar muy...extraño...y a ti gritando a tres viejas horrorosas...¿Algo que ver con la realidad?
-
Sorprendente...Sabía que estabas
levemente conciente, pero te hallabas muy débil aún...Pensé que serías incapaz
de traer a la memoria algún recuerdo. Eso era el reino Yinn, y mi crimen
consistió no solo en desobedecer salvándote, sino llevándote allí.
Enishi la miró sopesando
cuidadosamente la situación, y después de un breve silencio, le preguntó :
-
¿ Por qué lo hiciste? ¿Por qué
arriesgaste todo por alguien al que no conocías, y que sin duda dista mucho de
ser el ser humano ideal?
-
Ah...Yukishiro Enishi...¡Cuántas cosas
ignoras sobre ti mismo!...- ella rió entre dientes Evidentemente, quería saber
en que se beneficiaba ella por esta cerca suyo. - Pero, todo tiene su lugar y su tiempo. Sólo te diré que eres mucho más de lo que
crees, y que algún día serás capaz de descubrirlo por ti mismo. Yo no puedo
hacerlo por ti. Sólo puedo ayudarte a encontrar el camino, lo cual, si me permites
hacerlo, me honraría enormemente. Pero las respuestas deberás hallarlas tú.
-
Si...te permito...- repitió mirando
hacia el vacío
- Aha. Ahora que sabes que soy, la elección acerca de mi permanencia cerca de ti queda en tu manos.
El la miró y había un reflejo de ironía en sus pupilas
- No. Sabes que no tengo elección. Te he dicho que no me gusta deberle nada a nadie. Salvaste mi vida dos veces. Perdiste todo por hacerlo. Estas en un mundo que no es el tuyo por mi causa. Y además me haces pensar que sabes cosas sobre mí mismo que yo ignoro por completo...y que quiero averiguar.
- Entonces, asumo que mantendrás el secreto de mi identidad ...Bien...Oh...ahora me siento mucho mejor, no tengo que ocultarte las cosas y además puedo desahogarme un poco de mi soledad...hay tantas cosas de las que quiero hablarte ...¿ podemos empezar yéndonos de aquí?
- Prefiero que permanezcas en la clínica, hasta que arregle las cosas en la nueva casa.
- ¿Nueva casa? ¿Qué pasó con la mansión?
- La vendí. Ya no era adecuada. Estaremos provisionalmente en una casa más pequeña que tengo en la ciudad, hasta que consiga algo más cómodo.
- Ah...pero yo podría regresar a la mía....
- Fuera de discusión. Ahora que saben que tú me ayudaste a escapar te has convertido en blanco también.
- ¿Recuerdas lo que le sucedió a la chica que te atacó? ¿Qué crees que puedo hacerles a los que intenten tocarme? Los humanos son...débiles...frente a nuestras habilidades.
- Preferiría que mantuvieras esas...habilidades... lo más discretamente ocultas que puedas. Comprenderás lo altamente inconveniente que resultaría que se supiera lo que eres de manera abierta. Claro, siempre que quieras seguir viviendo entre los humanos sin que busquen cazarte... Y en ese caso, deuda o no deuda, vas por tu cuenta. Mientras seas prudente y no interfieras con mis metas, no permitiré que nadie te moleste.
- Sí...lo sé...no es la primera vez que vivo entre humanos, aunque la otra fue por elección propia...En fin...reconozco que es menos llamativo si estoy bajo tu protección que si hago talco con magia a mis posibles atacantes...Bien...pero mi estadía en tu residencia será temporaria.
- Podemos discutir eso luego. Bien. Descansa. Y por favor, regresa la mesa de donde vino. No quiero que el Doctor Braunn se muera de un susto. No sería... oportuno.
Enishi, se dirigió a la puerta, su cabeza llena de mil y un pensamientos terriblemente confusos que tenía que ordenar para poder llegar a captar la verdadera dimensión de lo que estaba ocurriéndole y de las repercusiones que tendría en su vida y sus planes.
Algo que Asiyah había mencionado pero que no había aclarado aún rondaba por su mente. Antes de salir, se dio vuelta y preguntó :
- Asiyah...una última cosa...No me dijiste como supiste que intentarían matarme. Sólo mencionaste a una amiga mía. La única amiga que tengo eres tú.
- Oh, vamos...¿Crees que me molestaría porque la recibes casi todas las tardes? No soy de esa clase...
- Asiyah...Realmente no tengo ninguna amiga que me visite en mi casa. No considero a las...damas...de las cuales a veces requiero...servicios, amigas en lo absoluto...
- Sin duda...Si lo fueran, con amigas como esas, ¿para que necesitarías enemigos? Además, no se puede comprar con dinero aquello que solo reside en el corazón de las personas. Y la lealtad, la amistad y el amor, son cosas que no puedes poner en una caja fuerte, ni ser medidas, pesadas o puestas a remate. Y no se obtienen con oro o poder, sino con el esfuerzo de la propia alma para tocar a la de los otros.- ella clavó fijamente sus ojos en los suyos, y luego desvió la mirada- En fin bromas aparte, no sé porque tú y los demás son tan misteriosos en torno a ella, pero la he visto muchas veces cerca de ti, en tu estudio o en tu balcón...como el día del ataque. Me refiero a la Dama de Blanco...Es el único nombre que encuentro para ella. Es una mujer tan hermosa...Pero parece siempre tan triste...A veces, siento que mis ojos se llenan de lágrimas cuando recuerdo su mirada... En fin...lo cierto es que ella vino a mi habitación aquella noche, y no sé como, pero ella sabía que era yo, y me advirtió que debía salvarte. Abrí un portal a tu casa y el resto, es historia conocida.
Yukishiro Enishi pensó que en aquel momento la tierra lo devoraría. La piernas comenzaron a temblarle por primera vez desde que era un niño y con dificultad regresó a la silla.
- ¿Podrías...podrías describirme a la mujer a la que te refieres...por... por favor?- su voz era un susurro apenas audible
- ¿Te sientes bien?
- Por... favor, háblame de la mujer.
- Siempre la veo usando la misma ropa, un kimono blanco y esa banda de seda que se ciñen como cinturón tan elaborado que llevan...
- Obi...se llama obi...- trató de guardar la compostura. Tenía los ojos cerrados y sentía el sabor de la sangre en su boca por morder con fuerza su labio inferior.
- Bien, ese obi, de color azul oscuro...Y un chal de seda color púrpura. Ah, tiene el cabello largo y negro y lo usa siempre atado. Y es tan blanca...tan blanca como la nieve...
- Bien...ya...esta...bien..no sigas...
- Nunca me había mirado hasta aquel día en el jardín...Me sentí...extraña...
- Oh, sí...puedo imaginarlo...Uno no suele ser mirado por un fantasma todos los días...
- ¿Q-qué?
- Ella era mi hermana. Murió cuando yo tenía diez años.
- Caray...- hubo un corto, incómodo silencio- Debí haberlo notado...
- No puedo creer que puedas verla...Yo...siempre supe que era real...aunque la gente pensaba que estaba loco al decirles que ella siempre me visitaba.
- Es natural...Nosotros captamos las realidades sutiles. En general, los fantasmas son almas que aún tienen algo inconcluso que los ata a la mundo y permanecen entre ambos estados hasta resolverlo. Y los humanos que logran percibirlos son o bien seres extremadamente sensitivos a estos fenómenos o bien están directamente vinculados con algún hecho relacionado a la muerte de la persona convertida en fantasma, y ésta generalmente es una experiencia traumática que los une de manera muy íntima.- la expresión de dolor y rabia en los ojos de Enishi le dijo que era un tema sobre el que debía evitar presionar – No...No es necesario que me expliques. Como te dije, todo tiene su tiempo y su lugar. Si algún día deseas discutirlo, lo haremos. Sé que ahora tienes muchas cosas en las que pensar y tratar de digerir. Además estoy segura de que tendrás una lista de preguntas larga como la Gran Muralla....que contestaré ni bien me saques de aquí... Ah...dime..¿Aún sigue en pie a visita de tus compradores?
Decidió dar un súbito cambio a la conversación, y la mirada de él se suavizó, con un silencioso agradecimiento en ella.
- No puedo suspenderla. Ya están en viaje.
- Mmmm, entonces será mejor que te apures. Hay mucho que hacer y poco tiempo. A propósito...¿Heishin?
- Libre, y realmente tengo que terminar con ese asunto antes de que lleguen mis clientes. Sería poco serio recibirlos en medio de una guerra interna.
- Tráeme el espejo que se halla en el cofre pequeño con incrustaciones de marfil y te diré donde hallarlo. No lo toques con tus manos desnudas. Envuélvelo en algo. Y por nada del mundo vayas a mirar en él, no importa cuan tentado te sientas de hacerlo. Los objetos mágicos pueden ser traicioneros y muy, muy peligrosos, especialmente si no son sus dueños quienes los manipulan.
- Dime, ¿esto es algo a lo que tendré que acostumbrarme?
- Posiblemente.-
Ella le dedicó una sonrisa parcial, mientras salía de la habitación, pensando en todo lo que él debía absorber todavía.
Se estiró en la cama, mirando sus manos vendadas. Pensó en quitarse las bandas de tela y sanar las heridas, que aún latían dolorosamente, pero esperaría a que Enishi la llevara de aquel sitio. Tenía razón, no había por que asustar al buen doctor más de lo que ya estaba...
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Mientras se quitaba las ropas empapadas y comenzaba a bañarse para quitarse los restos de la sangre adheridos a su piel, seguía ponderando los acontecimientos recientes y las cosas de las que se había enterado en las últimas horas.
Apenas podía creer lo que estaba sucediendo. Sin embargo, estaba absolutamente conciente de que no era un sueño ni fantasía.
Realmente había visto lo que había visto y oído lo que había oído.
Y no es que no tuviera experiencia con cosas extrañas, pero esto era objetivamente difícil de aprehender
Asiyah era verdaderamente lo que decía ser, de eso no le cabía duda.
La cara de terror de Heishin al verlo, cortando a través de los reputados guardaespaldas que tanto dinero le habían costado y bañándolo con su sangre, después de encontrarlo justo en el lugar donde ella le había indicado, había sido suficiente pago por su traición y por un instante jugó con la idea de dejarlo vivo para entregárselo a Asiyah. Después de ver lo que había hecho con la mujerzuela que había intentado matarlo en la mansión, realmente quería saber hasta donde era capaz de llegar, aunque tenía la idea de que ella solo actuaría en defensa propia.
Por lo pronto, su ayuda podía serle muy provechosa.
Algo que lo intrigaba era que papel jugaba él en todo aquello y cual era exactamente el interés que ella tenía en su persona.
No es que pudiera hacer algo al respecto. Eso era claro.
No con las cosas que ella podía hacer.
Ella tenía un poder que escapaba a lo que alguna vez él pudiera hacer y podía crear riquezas con el tronar de sus dedos.
Definitivamente, el poder o el dinero no eran lo que la atraían a él.
Usualmente se hubiese sentido frustrado ante el verdadero motivo que escondía Asiyah para haberse metido en su vida, pero el hecho de que su hermana hubiese hablado con ella y la usase para salvarlo le daba un cierto sentido de tranquilidad. Si Tomoe confiaba en ella, él también debía hacerlo, porque ella sin duda tendría muy buenas razones para ponerlo en manos de la Yinn. Era un signo. Asiyah contaba con la aprobación de su hermana.
No podía ignorar ese hecho.
Se sentía un poco celoso de Asiyah. Después de todo, Tomoe jamás le había hablado a él. Solo le sonreía.
Tal vez podría pedirle a Asiyah...
- ¡Mfph! – resopló- Todo esto es una locura...
La parte que más lo molestaba, sin embargo, no era aquella.
Él había cerrado la llave de sus sentimientos en el momento en que Tomoe había sido asesinada. Sólo ella era digna de su devoción.
Nunca había permitido a nadie acercársele lo suficiente como para desafiar esta regla que se había impuesto sobre sí mismo.
Pero Asiyah era totalmente diferente.
Y parecía ser la elección de Tomoe.
Lo máximo que había llegado a planear era encontrar una compañera adecuada, que satisfaciera sus necesidades, le sirviera socialmente, y con la que pudiese tener una conversación inteligente de vez en cuando. Nunca había considerado la posibilidad de comprometer sus sentimientos.
Pero, definitivamente, estaba enfrentando una situación que se escapaba a todo lo que conocía.
No sabía que era lo que Asiyah quería de él, no sabía lo que Tomoe esperaba de él en relación a aquella mujer, y lo peor de todo, no sabía lo que él mismo deseaba al respecto. Era la situación más desconcertante que había enfrentado jamás.
Su camino siempre había sido tan claro... Nunca había dudado, siempre tomaba decisiones con los ojos bien abiertos, aceptando todas las consecuencias, conociéndolas de antemano, tanto las buenas como las malas, sin la más mínima hesitación , confiado, certero, eficiente.
No era que la chica no le atrajera. Todo lo contrario.
Hacía bastante tiempo que jugaba con la idea de convertirla realmente en lo que ya era a los ojos de todos : su mujer.
Sólo la gente de su entorno más cercano sabía la verdad. Y ninguno lo divulgaría...a menos de que quisiesen incurrir en su ira.
Desde el principio, ella le había atraído, pero los misterios a su alrededor aconsejaban mantenerse a prudente distancia.
Además, su elegancia, su porte, todo le recordaban a su hermana. Y la hacían casi...intocable.
De las cosas que ella dijo durante el ataque y en la clínica, dos tenían su cabeza dando vueltas en espiral :
“....¿Ves la clase de lealtad que obtienes de mujeres a las que tienes que pagarle?....”
“....no se puede comprar con dinero aquello que solo reside en el corazón de las personas. Y la lealtad, la amistad y el amor, son cosas que no puedes poner en una caja fuerte, ni ser medidas, pesadas o puestas a remate. Y no se obtienen con oro o poder, sino con el esfuerzo de la propia alma para tocar a la de los otros....”
Sabía muy bien que el dinero no compraba lealtades.
Por eso había preferido ser temido.
Sin embargo, Heishin le había demostrado que tampoco el temor aseguraba contra la traición. Porque Heishin ciertamente lo había temido
La única persona en que había confiado, y que aún lo seguía fielmente, lo hacía por amor. Y por amor a ella él estaba haciendo lo que hacía.
Tomoe.
Tal vez había llegado el momento de obtener otro tipo de lealtades...
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Glosario
Samovar : es un dispositivo que se usa n Rusia e Irán para preparar y mantener caliente el té por muchas horas. Consta de varias partes unidas entre sí, pero que se pueden mover individualmente. Debajo de todo se halla una especie de hornillo donde se deposita carbón o en el caso de los grandes, una pequeña estufa. Encima de este hornillo, se ubica un recipiente grande, que tiene una especie de canillita (como las de los toneles de vino o cerveza) y donde se coloca el agua SOLA. Luego, en la parte superior, se coloca un tercer recipiente (también con una canillita), donde se prepara el té MUY concentrado. Usualmente uno coloca en su taza la cantidad de té que desea y luego agrega más o menos agua según el grado de concentración que desee del té. No se agrega azúcar, aunque según la región se le agregan al agua o al te diversas especias, como cardamomo o anís. En Irán, en vez de agregar azúcar, se pone panes de este en la boca (o caramelos, según el gusto de cada quien) y se va tomando el te de a sorbos, lo que hace que el azúcar se derrita gradualmente en la boca. Otra forma de endulzarlo es con azúcar cristalizado, que se va partiendo en trocitos y colocando en la boca como el azúcar en panes antes mencionado (esta es la forma más antigua y tradicional. A este azúcar mientras es preparado se le agregan especies como cardamomo molido y otras ( una se llama hel, no recuerdo su equivalente castellano)