Ya
saben, lo de siempre : Rorouni Kenshin NO es mío, ni tengo Ningún deecho sobre
los personajes de Watsuki-sama.
Asiyah, Mei Lin, Huen, Xian, etc, es decir quienes nacieron de mi pluma, sin embargo sí son de mi propiedad
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Dentro de la residencia de Saitoh Hajime, el Lobo de Mibu, una figura femenina se movía en las sombras.
Un profundo silencio reinaba en la casa. Saitoh Tokio se había asegurado que todos estuviesen bajo el hechizo de sueño antes de hacer entrar a su invitado a la casa.
Pensaba en Hajime.
Por fortuna, estaba en Kyoto. Sonrió pensando en la reacción de su esposo si descubriera que era visitada por la noche en su casa no solo por un hombre, era además nada más y nada menos que el maestro de su peor enemigo...
- Espero que tengas lo que me prometiste...
- Ah, Hiko-san, es lamentable que deba sobornarte para que salgas de tu maldita montaña... Pero sí, cumplí mi palabra. Allí están. Media docena de botellas del mejor sake del Japón.
- Bien. Ahora a lo nuestro, porque quiero regresar ya mismo. Mañana tendré visitas.
- Me imagino...
- ¿Qué noticias traes sobre los asuntos en China?
- Lo bueno es que el conjuro que preparaste funcionó a la perfección. Ella fue incapaz de darse cuenta que yo era una hechicera.
- Por supuesto que iba a funcionar. Te lo dije. Todo lo que yo hago es una obra maestra. Es sólo una muestra más de la versatilidad de mi genio.
- Ya tiene la espada y el libro.- Tokio decidió no prestar atención a los insufribles comentarios. Hiko tenía realmente un ego del tamaño del Japón, pero lo peor era que tenía bases firmes sobre las que asentarlo- Pero es muy joven... Temo que la situación se le escape de las manos. Necesitará guía y vigilancia continua.
- ¿Podrás hacerlo?
- Sabía que me preguntarías eso, así que me permití una sutileza que espero la haga pensar.
- ¿Qué, le diste sueños?
- Eso no es una sutileza. Le regalé un libro.
Hiko Seijuurou, el Treceavo, actual maestro del Hiten Mitsurugi Ryuu, revoleó los ojos y emitió un gruñido de desagrado.
<Mujeres... >
- ¡Por Kami-sama, mujer! Si necesita ayuda, dásela. Pero hazlo con claridad...
-
Hiko... Debes considerar que ella sólo
ha oído una versión de los hechos
-
Retorcida versión de los hechos, por
cierto...
-
No me interrumpas. Y no es cierto. Tu
alumno mató a su esposa, la hermana de Yukishiro delante de él cuando era solo
niño. ¿Qué es lo que deseas que él sienta al respecto?
-
Pero fue un accidente. Además, el
hecho es que ella conspiraba para matar a Kenshin. Tanto como su doliente hermanito,
que sigue siendo un niño tan malcriado como entonces, solo que ahora sus
berrinches causan la muerte de muchas personas. Sería mejor poner las cosas en
su lugar, acabar con ellos, y...
-
Si la chica no estuviera involucrada,
te daría la razón.- lo interrumpió la elegante dama- Hiko analiza los acontecimientos. Sabemos que los hechos fueron
manipulados para que sucedieran de esa manera, y realmente consiguieron causar
mucho daño en ambos lados. Los tres nacieron en Japón, con muy pocos años de
diferencia, eso no es casual. Trataron de dividirlos y separarlos por todos los
medios. Y casi lo logran cuando Yukishiro terminó en el continente. Nunca pensé
que tuviéramos la posibilidad de volver a sumarlo a nuestras filas. Y la
Yinniyeh es la clave para lograrlo. Podríamos considerar que fue un golpe de
suerte que lo salvara y luego que solo la desterraran, otro golpe de suerte que
volvieran a encontrarse y ella reconociera lo que él era, otro más que él se
involucrara con ella... Son demasiados golpes de suerte, Hiko. Apuesto todos
mis cañones a ella. A pesar de todos los riesgos, los peligros y las
desventajas que ella tiene, sin dudas que nos fue enviada como un regalo y una
ventaja. Estoy convencida de que sin los tres juntos no tenemos posibilidad
alguna contra lo que se avecina. Y ella es la única capaz de devolvernos al
Tigre como Protector. No creo que ni su juventud ni su rebeldía sean casuales.
Por el contrario, pienso que esas cosas la ayudarán a ver las cosas más
objetivamente y a no tomar partido solo por la pertenencia a uno de los Clanes.
La moneda, Hiko, tiene dos caras. Y ella solo vio una. Este ha sido un largo, largo conflicto y
ambos bandos ya no razonan, sino que siguen a sus líderes sin cuestionarlos,
sin ver que sus motivos ya no son puros. Por tus comentarios, tu también
pareces haber tomado partido sin considerar lo que el otro tiene que decir, de
manera parcial y apegada a los prejuicios ancestrales. Hiko, estamos haciendo
esto para salir de ese círculo dañino y librarnos de aquellos que quieren la
destrucción de este mundo, de un bando y del otro, y deshacernos de las
injusticias y desvíos en que nuestros líderes nos han sumido al perder ellos
mismos el camino. Pero si no nos libramos nosotros mismos de este peso... ¿Cómo
seremos capaces de guiar a otros?
-
Sabes que soy el primero en renegar de
los errores de mi alumno, y que no tomo partido por él ni por el Clan o los
demás injustamente. Pero en este caso...
-
No importa ya. Lo que pasó, pasó, no
hay vueltas atrás. Pero deberemos lidiar con las consecuencias de ese pasado si
queremos salvar el futuro. La chica solo tiene una versión. Y confía plenamente
en lo que le fue contado. Debería hacerlo, porque en definitiva es la verdad.
Solo que la verdad puede tener otros ángulos por explorar. La cuestión es que
si le damos un mensaje demasiado directo, ella lo rechazará sin dudar un
instante, pues confía ciegamente en Yukishiro, y tomará cualquier cosa en
contra de su versión como un ataque contra él. Y ya sabemos lo obsesiva que se
ha puesto al respecto. Una vez que esa noción se asiente en su cabeza, no habrá
manera de hacer que vea las cosas tal como son. Así que solo servirá un
acercamiento sutil.
-
Hazla ver a través de los sueños.
-
Imposible. Alguien me ganó de mano y
está manipulándolos. Si interfiero, solo la confundiré y la haré desconfiar de
tal forma de todo que no aceptará ayuda ni escuchará a nadie. De todas formas,
nuestra inesperada aliada, Yukishiro Tomoe ha sido de enorme valor. Aun cuando
le permiten a su hermano verla únicamente para manipularlo, la Yinniyeh es más
sensible y Tomoe ha podido establecer un lazo con ella. Gracias a Tomoe, le
estamos dando las pistas y armas que necesita para enfrentar lo que les
aguarda. Por lo que, aunque todo aún es demasiado frágil, no dudo de nuestro
éxito con ellos.
- Ah, están usando el mismo truco de los sueños que con el estúpido de mi alumno.
- Tienes un arduo trabajo por delante con él. Si no logras que él valore la vida un poco más, aprovechará para arrojar la suya con la excusa de su enfrentamiento con Shishio.
- Lo sé. Pero la chica Kamiya viene tras de él. Eso me facilitará las cosas. Si le abro un poco los ojos, hasta él será capaz de darse cuenta de lo que debe hacerse. Y solo entonces lo ayudaré. Si no se da cuenta de esto, no es digno de que le revele el último secreto del Hiten, y tampoco será útil para nuestra causa. Entonces, cumpliré mi último deber como maestro.
- No será necesario, Hiko. Confío en él. Las cosas están mucho mejor que hace solo un año atrás. Ahora tenemos una oportunidad. No debes asumir lo peor todavía. – Tokio sonrió-Entonces, esta resuelto. Tu te ocuparás de él hasta que se enfrente con Shishio, y yo me haré cargo de la Yinniyeh y Yukishiro.
-
Bien. Reuniré a los demás después de
que Kenshin se largue de mi montaña. Necesitaremos ayuda extra para cuando se
encuentren tu Lobo y mi estúpido alumno con Shishio.
- Supe que Shishio también atrapó al Okashira de los Oniwabanshuu, Shinomori Aoshi.- dijo Tokio al pasar
-
Mal por él... Si mi estúpido alumno no
acaba con él, yo me encargaré.
- ¿Realmente crees que no hay esperanzas? Quizás en el futuro pudiéramos necesitarlo...
- Estudiaré el caso. Pero creo que es irremediable, como el del chico Soujirou.
-
Por favor, tómate tu tiempo. Prefiero
postergar su... limpieza ante la mínima posibilidad de que podamos rescatarlos.
Bueno, creo que esto es todo. Nos veremos mañana.
-
En mi montaña.
-
Bien, ermitaño.
Cuando Hiko Seijuurou dejó su casa, Saitoh Tokio se apoyó contra la pared, relajándose visiblemente. Rogaba que todo saliera como tan optimistamente lo había presentado a Hiko. Por el bien de todos.
Especialmente, por el de su propia familia.
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El tiempo pareció acelerarse súbitamente.
Shishio tomo una clara ofensiva en las Islas, pero los escogidos por el gobierno Meiji para detenerlo, un antiguo capitán del Shinsengumi (en apariencia el mismo que estaba haciendo difíciles los negocios de Enishi en Japón) y el propio Battousai, en un dúo heterodoxo, casi sacrílego de antiguos enemigos jurados, habían logrado desbaratar hasta el momento cada uno de los ataques del demonio.
Incluso se las habían ingeniado para detener el incendio de Kyoto y lograr simultáneamente la destrucción del Rengoku. De hecho, las pérdidas de Shishio eran tan severas (incluido su cuerpo de elite casi completo) que era imposible que su levantamiento triunfara, lo cual provocó sentimientos mezclados en Enishi.
Por un lado, sentía alivio sabiendo que su presa aún estaba al alcance de su mano y su venganza.
Por el otro, una indecible rabia se apoderó de él al saber que la estupidez de su ex cliente había favorecido la destrucción de una pieza exquisita de armamento, que de otra forma hubiera puesto por sí sola a todo el régimen Meiji de rodillas.
Pero la peor parte era que una vez más, el Japón abyecto y sometido de los Restauradores debía su sobrevivencia al más despreciable de ellos, aquel a quien había jurado enterrar en el infierno en vida.
De todas maneras, Enishi sabía que Shishio y Battousai tendrían un encuentro con el destino.
Por como se estaban presentando las cosas, Battousai tenía la suerte a su favor, mientras esta simplemente le había dado la espalda a quien previamente tenía las mejores cartas de la partida.
Por única vez en toda su vida, deseó con todo su corazón que Battousai saliera victorioso.
Mientras tanto, las ruedas de su Justicia Terrenal ya se habían puesto en marcha.
Gein había logrado escapar indemne de la catastrófica derrota del Juppongatana y había contactado al resto de los hombres que él había escogido personalmente como su grupo de apoyo en Japón. Todo ellos poseían algún odio particular contra su hermano político.
Ninguno, claro, tan fuerte y personal como el suyo.
Desde que sabía que la fecha de su viaje se acercaba, se levantaba todos los días tres horas antes de la salida del sol y se consagraba hasta bien entrada la mañana a la práctica intensiva de su kenjutsu. Luego, por la tarde, se dedicaba a un entrenamiento mucho más liviano utilizando para ello la excusa del entrenamiento de Asiyah.
Ella tenía la pasta para ser una buena espadachina, pero tardaría años de práctica en alcanzar su nivel ideal. Por supuesto, su pequeño tamaño nunca le permitiría levantar siquiera el watou, pero lo haría bien con la liviana, flexible espada del Primer Emperador, aún si no recurría a la fuerza oculta de la misma, la que por fortuna, nunca habían probado.
Asiyah insistía en llevar el arma a todos lados, así que él se había encargado personalmente de adaptarla para que la hoja entrara discretamente oculta dentro de un elegante bastón, a la usanza de los caballeros europeos. Así ella era capaz de llevarla sin llamar la atención y además, practicaba directamente con el arma de elección.
La máxima ventaja de Asiyah era la extraordinaria velocidad de la que era capaz.
En el momento en que aprendiese a anticipar los movimientos del atacante, sería mortífera.
Pero por ahora, todavía le quedaba un largo camino que recorrer.
Por su parte, Asiyah comenzó a tener un sueño recurrente. Todas y cada una de las noches de los últimos dos meses soñaba con un bosque nevado. El Yinn que ya era un visitante habitual de sus pesadillas estaba siempre allí. Si bien el sueño se repetía, nunca era igual: cada noche una nueva parte del drama se iba desarrollando delante de sus ojos, hasta que por último, la secuencia completa se presentó ante ella y con horror comprendió que había contemplado en cada espantoso detalle la muerte de su cuñada, quien trataba de salvar a un pobre anciano indefenso de la insana furia del Yinn, que ahora tenía pocas dudas que era el mismísimo Battousai. Él no solo no se detuvo, sino que en vez de ponerla a un costado, la miró con desprecio y cortó a través de ella para acabar con su objetivo. Después de realizar un chiburi para limpiar la sangre de su espada, él rió, enfundó y la abandonó agonizante sobre la nieve, dando la vuelta y alejándose sin nunca mirara atrás. A metros de la escena, un niño de oscuro cabello miraba con horrorizados y enormes ojos lo que sucedía acurrucado contra un árbol. Una sombrilla de bambú azul aparecía caía a sus pies. Comprendió de inmediato quien era el niño: Enishi.[1]
La primera vez, la vio a través de sus propios ojos de espectadora involuntaria, pero durante cada noche subsiguiente revivió la experiencia desde la posición de cada uno de los actores principales del drama.
Sintió el frío del acero cortando a través de la carne de Tomoe, como si fuera su carne, desparramando una ola de fuego líquido a través de todo su cuerpo, un inútil intento de defensa con una pequeña daga, su última visión los dorados, furiosos ojos del Yinn, quien se llevaba la mano a su mejilla, donde ella dejó un eterno recordatorio de su vergüenza.
Luego, la noche siguiente, estuvo en los zapatos del asesino. La rabia al ser desafiado atravesó sus sentidos como un rayo, desatando otras emociones que cayeron sobre ella con la fuerza una cascada: la intoxicante sensación de poder al tomar una vida, el desprecio ante las carcazas vacías de los cuerpos desparramados delante de él, la sensación de librarse de un peso desagradable al contemplar el cuerpo destajado de la bella mujer que había osado interponerse entre él y su blanco...
Lo más doloroso fue cuando estuvo en la posición de Enishi. Fue forzada a sentir todo el horror que lo ató al suelo nevado, la desesperación, la impotencia por no poder defender lo único valioso en todo el mundo para él, el dolor inenarrable, la sensación de adormecimiento corporal y mental posterior, el vacío, la conciencia de desterrar todo otro sentimiento que no fuera el odio, la ira y el deseo de venganza.
Si bien desde el momento en que esa última pesadilla comenzó a presentarse había podido mantenerse en control suficiente como para no despertar gritando, la noche en que ocupó el lugar de su consorte en el sueño todo rastro de dominio desapareció y Enishi tuvo que sacudirla fuertemente para que parara de gritar. Y por más que él trató de que ella le revelara el contenido del sueño, Asiyah no solo se negó rotundamente, sino que pasó el esto de la noche sollozando, temiendo dormirse, aferrada a su pecho, mirándolo con una expresión de infinito dolor.
Asiyah al fin comprendía lo que Tomoe le había dicho tiempo atrás:
...Tú no has salvado a Enishi aún. Ni has curado sus heridas. Te toca aún la parte más difícil. Es tu destino...
Cuando llegó
la mañana, Enishi estaba más que determinado a averiguar de que se trataba
aquel misterio. El silencio obcecado de ella y la forma en que lo miró y se
aferró a él, como un náufrago a los únicos restos flotantes de un desastre,
gritaban a las claras que su pesadilla tenía que ver con algun acontecimiento
desagradable que podría sucederle en el futuro, pensó Enishi. Tal vez incluso
relacionado con su viaje a Japón...
En vez de su
entrenamiento acostumbrado, pasó el resto de la mañana presionándola, delicada
pero persistentemente
-
He sido muy cuidadoso
con todo, y no va a sucederme nada... –
Era un disparo
en la oscuridad, tratando de que Asiyah le narrara lo que había visto. Sabía
que si era un sueño premonitorio, sin duda y a pesar de la impresión, lo
pondría al tanto del contenido... a menos que decidiera tratar de solucionar la
situación por sí misma. Aunque lo dudaba, después de las últimas charlas. La
pregunta que ella le hizo lo tomó por sorpresa.
-
Dime algo...
¿Battousai tenía el cabello rojo, y tu hermana le hizo una herida en su mejilla
antes de morir?
Un
estremecimiento lo recorrió ante la comprensión. Ella no soñó con el futuro,
sino con el pasado. Lo había visto todo... Sobrepasado por su propio dolor y
sus memorias, solo atinó a asentir con la cabeza. Recuerdos de su hermana yaciendo
en sobre la nieve, de su asesino robándosela, negándole la última oportunidad
de abrazarla, de despedirse siquiera, bombardearon su cabeza. De pronto, fue él el que se aferró a ella como un
náufrago...
Cuando quiso
hablar, ella puso una mano en sus labios, y sólo lo miró a los ojos. No
necesitaban palabras para compartir. Enishi tenía ahora la certeza de que ella
realmente comprendía.
-
Iremos por
él... -dijo Asiyah, siseando a través de los dientes apretados- Y lo haremos
pagar. Te lo juro.
Enishi pasó su
mano suavemente por la roja cabellera, mientras hundía su rostro en el hombro
de ella. Una certeza absoluta se instaló en su corazón: iría a la batalla con
ella acompañándolo en cada paso del camino.
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Mientras atravesaba el corredor, cubierto de sangre, hacia su encuentro predestinado que salvaría a Japón o lo sumiría en la más absoluta destrucción, buscó la fuerza para enfrentar lo que se avecinaba en los recuerdos y los acontecimientos de los últimos tiempos.
Un milagro había ocurrido en su vida. Un milagro llamado Kaoru. Ella le dio un hogar, y con el hogar vino una extraña familia de parias como él. Pero no cambiaría a aquellos parias ni siquiera por la Familia Imperial.
Habían venido por él, para apoyarlo, ayudarlo... y regresarlo al hogar.
Una parte de sí mismo estaba molesta, porque a pesar de todo lo que había hecho por proteger su seguridad, ellos se habían puesto directamente en la línea de fuego.
Pero otra porción de él se sentía bendecida
por la confianza, el valor y la determinación de sus amigos. No iban a
abandonarlo. Incluso uno de ellos, vapuleado y sangrante, corría a su lado, con
su misma meta.
Con todo su terrible pasado a cuestas y aún así ellos...
Kaoru...
Pero no era la primera vez que alguien veía a través de la sangre que había derramado.
Había sido bendecido no una sino dos veces. Tomoe primero, la inasible, helada dama que lo rescató de la locura y le dio un propósito en la vida, y murió para protegerlo, a él y a esa luz de esperanza, de salvación para su alma.
Su maestro, además de unos buenos golpes, el ougi y los habituales comentarios y anécdotas que ponían a prueba el límite de su paciencia, le había regalado unas profundas sacudidas emocionales.
Según Hiko Seijuurou, “había puesto algo de sentido en sus sesos”. Y tenía razón.
Había llegado a Kyoto dispuesto al máximo sacrificio, dejar su vida por el bien de los demás. Ahora sabía que el máximo sacrificio era vivir por aquellos que lo amaban y no morir por ellos.
Tal vez, y solo tal vez, algún día podría compartir con ellos sus más dolorosos secretos y esperar ser aceptado... y aceptarse a sí mismo.
- ¡Eso es todo! ¡Fin del camino!- gritó Sagara Sanosuke, a su lado, mientras abría de un golpe la puerta enfrente de ambos.
- ¡Qué lentos! – Komagata Yumi, los esperaba con expresión de aburrimiento, tras el umbral- Estaba empezando a preguntarme si lograrían llegar...
- ¿Cómo demonios...? Maldita seas... Bien, no tiene caso, sigamos adelante, Kenshin
Por un momento, el cansancio y la perdida de sangre lo hicieron trastabillar. La mujer de Shishio jugó su ultima carta al intentar disuadirlos d continuar. Kenshin sacudió la cabeza, no había modo de que retrocediera, no importaba cuan golpeado y cansado estaba. Lo hacía por el futuro. Por gente como Sano, Yahiko, Misao... y Kaoru.
- Parece que desea que Shishio y yo no peleemos. Bueno, es natural que se preocupe por él.- le dijo a la mujer
- ¡Idiotas! Parece que una chica no puede mostrar un poco de lástima por Uds....
Pero, en verdad aún confiando en la naturaleza de Shishio, Komagata Yumi no podía dejar de sentir temor.
Todo había salido mal desde su regreso de Shanghai.
La muerte de Okubo había sido atribuida a otro grupo, destruyendo el golpe de efecto que pretendían dar y que el gobierno tapó con todo su poder, luego la pérdida de Shingetsu, el fracaso del incendio sobre Kyoto y el subsiguiente desbande del ejército de Houji, la destrucción del Juppongatana, la pérdida del Rengoku, y acababa de confirmar lo que el Yinn, Battousai, había intuido antes de la lucha con Soujirou. Y hasta el niño prodigio de Shishio-sama había sido derrotado y los había abandonado. Si Battousai había podido hacer todo aquello, antes de alcanzar la madurez como Yinn, entonces Shishio-sama estaba en riesgo. Y lo peor es que esa era la última oportunidad. Como Houji había dicho, era imposible volver a estar listo para otro levantamiento antes de que pasaran otros diez años. Y Battousai alcanzaría la madurez en cinco o seis... Si como simple humano los había puesto al borde de la catástrofe, como Yinn las posibilidades iban decididamente en contra de Shishio-sama. Sobre todo, ahora que Himura Battousai volvía a contar con la protección de su antiguo maestro.
Sin duda la maldita Yinniyeh y su bestia mística estaban detrás de toda aquella calamidad.
- Sanosuke...
- ¿Sí?
- Debo volver a pedírtelo. Esta lucha es entre Shishio y yo. Por favor, no interfieras.
- Sí, ya lo sé.
< Eso es todo lo que sacarás de mí. Porque no hice todo este camino para verte morir. Yahiko y la chica te necesitan> pensó el alto compañero de Kenshin
- Gracias, Sano. Sabía que entenderías.
<No, no solo ellos te necesitan. En el Japón de hoy aún hay gente que no comprende que aún se necesitan hombres como tú. ¡Y no importa quien me llame mentiroso o cobarde después, pero mi Futae-No-Kiwami no se quedará fuera de esto!> El hombre vestido de blanco y con la palabra “Malo” escrita en su espalda siguió cavilando mientras veía avanzar a su pelirrojo amigo.
-Del otro lado- dijo Yumi, señalando un par de enormes puertas de hierro- se encuentra el reducto privado de Shishio-sama. Una vez que las atraviesen, ya no hay vuelta atrás. No hay escapatoria alguna del lugar, excepto a través de la victoria.
Yumi accionó una palanca, y las puertas comenzaron a abrirse lentamente.
En efecto, en medio de precipicios de roca, y conectada por un estrecho puente a las puertas de acceso, se hallaba una especie de torre, coronada por una amplia área rectangular, obviamente dedicada al terreno de lucha. Alrededor de la torre, numerosas chimeneas dejaban escapar columnas de fuego. El hedor en el área era casi insoportable.
- ¡Uf! ¡Aguas podridas!
- ¡Qué nombre más anticuado!- exclamó Houji, situado sobre el cuadrilátero, al lado de su amo- Esto es petróleo y es lo que toda nación avanzada busca hoy en día, como fuente futura de energía y poder. Cuando tengamos Japón en nuestro poder, será lo primero a lo que daremos un uso práctico. ¡Será la base desde la cual nos lanzaremos hacia el mundo!
- Es como él dice- sonrió Shishio.
Yumi atravesó el terreno de lucha, hacia Shishio y se detuvo, extrayendo un reloj de entre sus ropas, señalándoselo finalmente a su pareja.
- Por favor Shishio-sama, no permita que la diversión le haga olvidar...
La única respuesta del demonio fue tomar el mentón de ella y besarla largamente. Luego se enfrentó a su destino, para bien o para mal.
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La lucha había sido titánica, y ambos cargaban las heridas del combate.
Sagara Sanosuke, Saitoh Hajime y Shinomori Aoshi, este último rescatado de la maléfica influencia de Shishio por el propio Kenshin, como lo había hecho también con Soujirou, no sin antes una feroz batalla previa, tan cubiertos de sangre y heridas casi como Kenshin veían acercarse la definición del combate.
Ellos habían sido testigos del poderío de ambos, de cómo Kenshin había regresado casi de la muerte cargado de una energía extraordinaria, que hacía honor a la leyenda del Hitokiri Battousai.
Kenshin había tomado la postura típica del battou-jutsu
- Ha sido una buena pelea, Battousai. No me había divertido tanto desde el Bakumatsu. Pero tengo un país por conquistar y no tengo más tiempo para jugar contigo.
- Aunque no puedo decir que he disfrutado esto, no puedo dejar de reconocer que tus habilidades son notables. Pero Shishio, si hablamos de tiempo, éste se ha acabado hace mucho para los Hitokiri como tu o yo.
- No, no es cierto. No mientras tenga la Mugenjin conmigo.
- Se terminó en el momento en que tomé el sakabatou
Ambos corrieron al ataque. Kenshin utilizó el ougi, la técnica suprema del Hiten Mitsurugi Ryuu enseñada por su maestro, el Amakakeru Ryuu no Hirameki.
Por un momento, pareció que Shishio había logrado quebrarla, pero fue sólo un momento, La segunda parte del ataque lo sorprendió, y Kenshin asestó un terrible golpe en las costillas que envió al demonio volando. Aunque logró aterrizar sobre sus pies, el impacto fue tal que cayó de rodillas. En un claro gesto de dolor, echó la cabeza hacia atrás.
Yumi miró el reloj. Shishio-sama, había sobrepasado los límites de su propia resistencia, y su cuerpo estaba registrándolo.
Sin dudarlo, corrió, escapando de las manos de Houji, que pretendía detenerla, y se interpuso entre Battousai y Shishio.
- ¡Basta, por favor! A causa del daño que las quemaduras hicieron su cuerpo, no puede luchar más de quince minutos seguidos. ¡Mira su cuerpo! Ya ha tenido bastante ¡Por favor, no le hagas más daño! ¡Por favor!
Por un instante, el rostro de Yumi se transformó en el de Tomoe. Kenshin bajó lentamente su espada, recordando el bosque helado cerca de Otsu...
- Eres débil, Battousai... ¡La lucha aún no acaba!
Kenshin sintió una ola de fuego atravesando su costado. Con una mezcla de horror e incredulidad pintados en el rostro vio la hoja plateada de Shishio atravesando el cuerpo de su amante hasta causarle la herida que acababa de quitarle el aire. Trastabilló unos pasos, llevándose la mano hacia la sangrante estocada que recibiera tan inesperadamente. Yumi colapsó contra el cuerpo del demonio.
- Shi... Shishio... bastardo... ¿llegaste tan lejos que... hasta traicionaste a la mujer que te ama solo por obtener la victoria?
- ¿Traicionarla? No sabes de lo que hablas... Ella me comprende mejor de lo que nadie lo ha hecho o hará jamás. Y yo la entiendo mejor a ella que nadie.
- Soy tan feliz... – las lágrimas corrían por las mejillas de la agonizante mujer- Por primera vez soy útil en la batalla... He ayudado a Shishio-sama en la batalla más importante de su vida... Siempre estuve tan celosa de Kamatari y Sou... Para Shishio-sama la lucha lo es todo... Y lo único que podía hacer yo para ayudarlo era cuidar de su cuerpo... Siempre me sentí inferior por esto... pero hoy es diferente.
Yumi giró su cabeza, apoyada en el hombro de su amante y lo miró intensamente.
- Shishio-sama... gana esta batalla... Sólo me adelantaré unos pasos en el camino al Infierno.
El cuerpo de la mujer se aflojó súbitamente, cayendo por completo sobre Shishio.
- Komagata Yumi- murmuró Houji- Nunca obtuvo la felicidad en vida, pero fue bendecida en su muerte...
- ¡No salgan con esa mierda!- Kenshin estaba furioso y golpeó con su puño fuertemente en el suelo. La herida de su costado volvió a abrirse y a sangrar profusamente- ¿Qué bendición o felicidad hay en la muerte? Si ella hubiese vivido ella hubiese tenido más... todo habría sido diferente...
- Oh, pero es hora de hablar de la muerte. La tuya y la mía. ¡Aquel que se levante y lance el próximo ataque, aquel que sobreviva será el triunfador!
Ambos hombres estaban en el suelo, tratando de recuperar el aliento. Mientras Shishio intentaba ponerse en pie, pequeñas columnas de vapor empezaban a brotar de su cuerpo.
Shinomori Aoshi, Saitoh Hajime, Sagara Sanosuke y Sadoshima Houji, contemplaban la escena tratando de comprender lo que ocurría.
El cuerpo de Shishio había finalmente sobrepasado los límites. Su sangre había comenzado a hervir literalmente.
Pero aún así, logró ponerse de pie para lanzar un nuevo ataque. El último.
< Estoy completamente exhausto... Y estoy perdiendo mucha sangre... He sentido a la muerte de cerca muchas veces, pero nunca como ahora... Esta es la muerte verdadera. Pero Shishio también esta al límite de sus fuerzas. Tardará años en reponerse, y aún si regresara para entonces aquellos que llevarán adelante la nueva era deberían ser capaces de detenerlo. Así que esta misión que me confiaron... terminará aquí. Para proteger al país... para proteger a esta ciudad. Y... >
Imágenes de Kaoru, su maestro, sus amigos, se presentaron en su cabeza mientras iba en plena carrera al encuentro de Shishio.
< Si te sacrificas y mueres ahora, una muchacha que hizo todo el camino desde Tokio hasta aquí se sentirá muy desilusionada>
La voz de su maestro resonaba en sus pensamientos
<Vayamos a casa, a Tokio, todos juntos, ¿de acuerdo...? >
Los cerúleos, esperanzados ojos de Kaoru flotaban delante de los suyos
< Vayamos a casa... >
- ¡No puedo morir! ¡No tengo una razón por la cual deba morir aquí! ¡Hay alguien que aún espera mi regreso! ¡No hay nada... No existe nada más poderoso que el deseo de vivir!
- ¡NO! ¡No hay nada más fuerte que yo! En este mundo la carne del débil es el alimento del fuerte. El fuerte vive, el débil debe morir ¡Y yo soy el que debe sobrevivir!
- ¡Ah, Shishio-sama!- gritó Houji, triunfal- ¡Ha sobrepasado sus propias limitaciones y debilidades físicas!
Pero su grito de victoria anticipada se le apagó en la garganta al ver con horror como el cuerpo de Shishio estallaba en llamas.
- ¡Combustión espontánea!- exclamó Shinomori Aoshi- Traspasó sus límites y su cuerpo no pudo resistirlo... Finalmente la violencia engendrada por el fuego del Bakumatsu se consume a sí misma y regresa al Infierno...
El fuego también se transmitió al cuerpo de Yumi, mientras desde las llamas brotaba una risa insana.
Durante sus últimos momentos en aquel plano de existencia, Shishio no pudo suprimir la carcajada mientras recordaba con ironía las palabras que cierta Yinniyeh le dejara como despedida en los muelles de Shanghai.
- Carpe diem, quam minimum credula postero[2].
Tantos elaborados planes para un glorioso futuro, planes que no podían, ni debían fallar, con dinero, poder, astucia y fuerza detrás sustentándolos, destrozados por tres miserables insectos... y un traidor.
La Yinniyeh iba a disfrutarlo... Pero él volvería desde el Infierno para asegurarse que no lo hiciera por mucho tiempo.
Y aquel fue su último pensamiento desde el mundo físico. Segundos después las llamas comenzaron a extinguirse por sí mismas, y no quedó de él más que la piedra ennegrecida en el lugar donde había estado parado.
Mientras inspeccionaban los restos, Kenshin finalmente fue vencido por el peso de sus heridas y el cansancio y colapsó en el suelo.
Al mismo tiempo, un enloquecido Houji, cerró las pesadas puertas del lugar y comenzó a destruir el lugar a golpes de hacha, haciendo estallar los depósitos de petróleo que rodeaban la torre, en un intento de acabar con todos para asegurar en su mente la victoria final de Shishio.
Finalmente, Saitoh Hajime logró facilitarles una vía de escape, aunque él mismo quedó atrapado dentro del complejo.
< Acabo de decírtelo, estúpido. He
pasado por situaciones mucho peores>
Las últimas palabras de Saitoh antes de perderse hacia el lado contrario de la salida aún resonaban en la cabeza del joven peleador callejero.
-¡Maldito Miburo!- siseó Sagara mientras una vez a salvo contemplaban junto a Shinomori y a un Kenshin inconsciente sobre su hombro, la catástrofe que sacudía la montaña donde habían estado alguna vez los cuarteles de Shishio- ¡Típico de él! ¡ Escapó de nuestro duelo pendiente!
Poco después, sobre una colina cercana, tres figuras contemplaban la destrucción completa de la que fuera la base de operaciones Shishio, sobre la cara noreste de montaña maldita, el monte Hiei, que se decía habitada por demonios y fantasmas. Nunca más apropiada locación para la ventana al Infierno que se abría para recibir a Shishio...
- ¿Por qué, Anji? ¿Por qué me rescataste? ¿Por que no me dejaste morir con Shishio-sama?- Sadoshima Houji casi sollozaba
- Así que es cierto- mientras miraba la columna de humo elevarse desde la montaña, la voz de Soujirou comenzaba a cargarse de tristeza, recuperando poco a poco las emociones que encerraba en su interior y que Himura había liberado - Y también Yumi-nesaan murió... Supongo que será mejor marcharme ahora.
- ¿Adónde irás? - preguntó el hombre llamado Anji, un gigante vestido como monje errante
- Donde mis pies me lleven tras las respuestas que necesito- La sempiterna sonrisa se instalo en su rostro, pero la tristeza se leía en sus ojos.
Con lentitud, dio la vuelta y emprendió su camino. Un camino que sin duda sería largo e incierto. Si, sin duda que Himura Battousai era un maestro mucho más exigente y duro que Shishio-sama, pensó, mientras se perdía en el bosque.
- ¿Que harás tú Houji? Yo me entregaré a las autoridades para pagar por mis crímenes. Si aún deseas morir, no te detendré, pero...
- Iré contigo. Yo también me entregaré. Pero no para pagar por algún crimen. ¡Todos sabrán de esta batalla, porque yo la contaré en el juicio! ¡Y les advertiré a esos idiotas del gobierno sobre la necesidad de una política donde sólo los fuertes gobiernen! ¡Por la memoria de Shishio-sama... y el futuro de la nación![3]
Las dos últimas personas que restaban de la poderosa organización de Shishio, emprendieron una lenta marcha hacia Kyoto, para enfrentar las consecuencias de sus crímenes.[4]
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Mei Lin miraba con preocupación a la ama Asiyah. Minutos atrás mientras charlaban, y en mitad de una sentencia había entrado en una especie de trance.
Temía despertarla... y temía llamar al amo Yukishiro, que estaba en medio de una muy importante reunión. Además, no sabía que tan anormal podía considerarse el comportamiento de la joven ama (aún cuando ella le había explicado una decena de veces que en realidad ella era mucho mayor que la propia Mei Lin, ella no podía dejar de pensar en Asiyah como en una muchachita).
En definitiva, nada era normal últimamente con ella dando vueltas por la casa... Decidió esperar unos minutos más. Si ella no reaccionaba, entonces, reunión o no reunión, llamaría al amo Yukishiro.
Cuando se hallaba a pasos de abandonar la habitación en busca del señor, Asiyah reaccionó. Parecía como si estuviera ahogándose, y cayo de rodillas al suelo desde la silla donde se encontraba. Mei Lin fue en su ayuda, pero Asiyah la apartó, se puso de pie y con paso decidido y firme, salió del cuarto, con la anciana sirvienta china tras sus pasos.
- Los ingleses están sobornando a los Uygures y Tadjiks para que ataquen y detengan los envíos a los afganos. Usan a dos civiles, comerciantes de opio del norte de India.
- Consigan a algún empleado dispuesto a ayudar, particularmente un hindú o un musulmán descontento, páguenle generosamente y ocúpense de él después del trabajo. No quiero lazos con China. No será difícil, considerando lo impopulares que son los “amos” británicos entre los hindúes y musulmanes del área. Tiene que parecer parte de las rebeliones que están sucediendo. Incluso un thugh[5] estaría bien... o alguien que lo pareciese...
Cuando las puertas se abrieron tan violentamente, todas las cabezas giraron y las manos fueron instintivamente hacia las armas. Asiyah estaba parada en medio de ellas las manos aún sobre las hojas, el mentón hundido contra el pecho, la mirada fiera clavada en Enishi, que solo atinó a enarcar una ceja, sorprendido ante la aparición.
Usualmente, ella jamás intervenía en tales reuniones, ya que no era necesario. Él se encargaba de que estuviera al tanto de todo lo debía saber cuando era conveniente. Si se hallaba allí, y tras semejante entrada, algo grave debía requerir su atención.
- Necesito hablar contigo. A solas y ahora. Sólo me llevará un minuto.
- Caballeros, si me disculpan por un momento...
Se dirigieron a una de las habitaciones de la planta baja, con Mei Lin pisándoles los talones, pero la mirada de ambos dejó a las claras que no la querían dentro del cuarto, por lo que solo se quedó en la entrada.
- Espero que sea algo muy importante... No me gusta ser interrumpido de esa manera delante de mis hombres... Quebranta la disciplina.
- Shishio Makoto está muerto. Battousai lo derrotó... y sobrevivió. También su bruja murió.
Enishi la miraba con una mezcla de incredulidad y alegría.
- ¿Estás absolutamente segura?
- Completamente. No hay dudas. Acabo de verlo suceder delante de mí.
Él lanzó una carcajada salvaje. No podía creer su buena suerte. Contra todos los pronósticos, Battousai había sobrevivido a Shishio.
Ahora, ahora sería suyo.
Y pagaría.
Oh, sí, claro que sí.
Se acercó a Asiyah y la abrazó con fuerza.
- Alístate, porque nos vamos a Japón. El tiempo para la Justicia ha llegado finalmente.
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N de la Autora:
¡Por fin! El momento del enfrentamiento se acerca a pasos acelerados.
Tardé en actualizar, porque justamente quería terminar con la Saga de Kyoto, y alistarme para el Jinchuu propiamente dicho. Así que ahora, aquí van TRES capítulos juntos, el último de los cuales es bastante más largo que lo habitual...
Espero sus opiniones, que son muy importantes para mí y me alientan mucho.
Disculpen si hay errores de gramática, o repeticiones. Últimamente, para que Uds. puedan disfrutar del fic con rapidez, no lo edito tan a fondo como debería, pero en breve, voy a revisar todo el fic a fondo y corregir esto.
¡Gracias por estar aún sintonizados por ahí! Y ténganme paciencia... Me gusta ser detallista... Por ahí ahora hay cosas que les parecerán sin importancia, pero en el final la tienen y mucha. Y además, les recuerdo que hay planificada por lo menos una segunda parte DESPUÉS del Jinchuu, incluyendo al Kenshingumi (y asociados) y a Enishi y Asiyah.
[1] Recordemos que alguien esta manipulando sus sueños...
[2] “Disfruta el día de hoy, y confía poco en el mañana”. Odas, Horacio (siglo I a. C.). Sí, Shishio la entendió, porque como demonio (y los Yinn también tienen la capacidad) tiene la habilidad de comprender y hablar todas las lenguas humanas, y las del otros Reino. ¿Recuerdan la sorpresa de Enishi en el capítulo cuatro, cuando las primeras palabras que le dirige Asiyah son en japonés? Y recuerden que al principio de la relación él encuentra muy útil que ella hable varias lenguas occidentales. Asiyah las habla por esta causa. Cuando haga la revisión final del fic veré como introducir este concepto más claramente en el propio fic y no en las notas.
[3] Evidentemente, las ideas de Shishio no estaban alejadas del pensamiento de la clase dirigente del Japón, que décadas después del establecimiento del régimen Meiji comenzó una muy agresiva política armamentista y expansionista. Finalmente, las antiguas clases samurai y los poderosos nacidos del Bakumatsu retornaron al poder, y esta mentalidad alcanzó su punto máximo durante la Segunda Guerra Mundial.
[4] Toda la escena esta inspirada en las traducciones del manga (obviamente, resumí todo el enfrentamiento a aquellas partes que resultaban importantes para el desarrollo posterior del fic) al inglés hechas por Maigo-chan, y algunos diálogos son traducciones textuales. Otros son inventados y otros, adaptados.
[5] Adorador de la diosa Kali. Fueron el terror de la India colonial, debido a su costumbre de honrar a la diosa con sacrificios humanos. Generalmente tomaban a su víctima desprevenida y la mataban por asfixia utilizando una especie de lazo. Finalmente el culto fue prácticamente extinguido por la represión británica